miércoles, 29 de septiembre de 2010

Unimagdalena…….Ayudando a los damnificados de Santa Marta

Las tormentas, inundaciones, y deslizamientos que por estos días hacen estragos en nuestra ciudad han despertado la solidaridad de algunos organismos que esperan que con su ayuda, se pueda optimizar la situación precaria por la que están pasando estas personas que lo han perdido todo.

La Universidad del Magdalena y todo el personal que ella integra, directivos, profesores, estudiantes entre otros, se han unido a esta causa logrado recolectar víveres, ropa, alimentos no perecederos, agua etc., los serán entregados a estas personas en el colegio Inen Simón Bolívar lugar dispuesto por la Alcaldía para recibir las ayudas. La pregunta es porque la Universidad no escatima en esfuerzos para ayudar a sus moradores? ¿En donde la solidaridad por nuestro pueblo?. Es hora de ponernos la mano en el corazón, sacar de nuestro closet, la ropa que no utilicemos, ir a la despensa de la casa y tomar aquellos alimentos pueda servir de una u otra forma ayudar a todas estas personas que lo han perdido todo.

¨¨No sabemos en qué momento podríamos ser nosotros los que nos viéramos afectados por estos hechos, recordemos que estamos muy cerca de estos barrio por donde se mete el rio¨ manifiesta así Álvaro Castro, encargado de la seguridad de la UNIVERSIDAD DEL MAGDALENA.

Recordemos que ayudar a los que lo necesitan no es tarea difícil y hagamos de nuestros actos como aquel viejo refrán ¨ hoy por mi… mañana por ti¨ Adelante con las ayudas nunca es tarde para ayudar.

ESA FUE MI PRIMERA VEZ

Fue después de una jornada exhausta de clases, no imaginaba que pasaría, si mis padres se enterarían de lo que pasaba por mi mente ese día. Un día de febrero, mas puntualmente a las diez treinta y tres, después de una noche de juegos, confesiones y tragos a la vez, juntos y a la vez revueltos, acompañados de la magia incesante que describe la noche, dichosa majestuosa y vestida de gala posando la blanca, al sonar de chicharas y mirando fijamente cómo ardientes cenizas tan fuerte volaban, por la euforia del viento, que muy rápidamente retumbaban, una a una en el aire por sus llamas alborotadas….. Inigualable experiencia….!

Esa fue mi primera vez. Mis tres compañeros de aventura, me insistían, Yerman chistoso y fantasioso como siempre, describía el paisaje……éra una maravilla. El ruido de las aves y el devenir del mar sorprendentemente me aproximaban a mi osadía. Ya dispuesta y con equipaje en mano, decidí participar de lo que sería una experiencia excitante en mi vida, quizás la primera y la más intensa….quien lo diaria.

Después de varias horas de camino y con el sudor como grumos de nieve sobre mi frente, pues ya casi tendría que atreverme, mi sangre se elevaba, y un fuerte estado de éxtasis me consumía, mi corazón a más de veinte mil pulsaciones por segundo latía, mis piernas no me respondían, pero sé que yo lo haría.

Tan pronto llegamos a nuestro punto de partida, Frank, Reina, Yermar y yo, frotábamos nuestra vista, con las manos temblorosas, era nuestra dicha, y girando nuestra cabeza lentamente, el paisaje se apreciaría. Convencidos de nuestra valentía, pues ya nada nos detendría, sin riesgo alguno todo ese día lo harían. Preparados desde lo más alto de aquella empinada colina rodeada de mar, viento, y muchas especies marinas, que desde lo más alto, danzando algas y agua malas se veían, aterrizamos en un helado mar, “Acantilado del Amor”, bautizado por Yerman quien ya lo conocía, allí uno a uno experimentaba nuevamente lo que para mi seria mi primera vez y mi última aquel día.

Apresuradamente y en lo profundo del redondo espejo, en el que veía a mis compañeros, de lo lejos escuche –es hermosa la libertad- decía mi amiga reina….sin vacilar y dispuesta a andar comprendí en sus palabras que ya pronto me tocaría. Y así fue, después de elevar mí plagaría al cielo y cruzando mis manos sobre mi frente y pecho….. lentamente, y esperando de mi padre –Dios- su consentimiento, asustada pensé en no lanzarme al ruedo. La potestad divina de mi dios, sobre el oído me hablo susurro y lento, mi mente me acosaba para desistir del intento, pero cerré mis ojos por un momento y decidí sin miedo arriesgarme en pleno.

De aquel momento me acuerdo y hoy después de mucho tiempo, remembro aquella experiencia de vida donde un día de febrero, “El Acantilado del Amor, con el movimiento de mis piernas se quedo. Hoy se encuentra como aquel día majestuosa la noche, solo que engalanada de aplausos, voces y llantos, en medio de innumerables alagos, y como la luna de aquella noche YO vestida de blanco pues es mi turno, el claustro sagrado de grandes Poetas, le devuelve a mi vida un premio,,,, si el premio a “El mejor maestro”. Sin danzar como aquellas algas del acantilado, hoy puedo andar, en mi hermoso carruaje de fondo negro, último modelo, aunque no muy novedoso pues aun se usan con dos ruedas y frenos, pero con palabras de afecto y a su vez de buenos deseos, de quienes desde ese día me acompañaron la noche de Febrero. Gracias ellos por acompañarme hoy a desafiar la vida y compartir con migo estos dos nuevos retos “Ser el mejor maestro en lenguas y hoy ganador del mejor cuento.

Laidy